Historias mínimas (3)

1. Justo una cuadra antes de la 9 de Julio sobre Independencia hay una iglesia. Quiso la casualidad (o el 'Fierita') que el semáforo me detuviera justo en la puerta. Delante mío había otro auto y más adelante todavía una 4x4. En la escalinata del templo había un mendigo, de barba gris y ropas encimadas y sucias y en el extremo opuesto una señora muy pobre con un bebé en brazos y una nenita de algo así como 3 añitos. La nena, al ver la imponente camioneta, se acercó con la manito extendida. Yo me quedé como perdida mirándola, observando en detalle cómo los grises que manchaban sus ropitas no eran más que muestras tangibles de los muchos (por no decir todos) días que llevaba sin bañarse y ni pensar en los otros tantos con apenas algo de comer. Verla así, tan chiquita, tan pobre, tan inocente, me estrujó el corazón. No pude contener mi angustia y me largué a llorar y maldije Dios sabe a qué por tanta injusticia, por tantos chiquitos como ella, y por tantas 4x4 y por tantos Tony, viajes a USA y DVDs y tanto de todo para algunos y nada de nada para otros. Los bocinazos me trajeron de prepo a la realidad de nuevo, puse primera y me fui detrás de la 4x4 con rumbo a la facultad. Y me odié y seguí llorando el resto del viaje.

2. Apenas 4 días después, el de arriba siguió haciendo de las suyas y me encontré en esa misma esquina, otra vez detenida por el semáforo. El único que seguía allí en las escalinatas era el mendigo de barba gris. Veo entonces que de una puertita descascarada al costado de la iglesia (lo que supuse Cáritas o salón parroquial) sale una chica jovencísima embarazadísima y muy humilde en compañía de una nenita de 3 o 4 años. La mamá llevaba una caja de zapatos llena de cosas que seguramente acababan de d(on)arle. En eso, para mi sorpresa, saca de la caja un bandejita de aluminio de esas que te dan en el super cuando comprás comida en la rotisería y se la da a la nenita al tiempo que le sonreía. Y en eso la nenita se le acerca al mendigo de barba gris, le toca el hombro y le entrega la comida. Después de dió media vuelta y volvió a su mamá dando saltitos y con una sonrisa en la cara. De más está decir, que esta vez el llanto me nubló la vista de manera tal que creí que no llegaba a la facultad. Ella, embarazada como estaba, pobre como es, con esa nenita tan chiquita, compartió lo poco que tenía. Y otra vez, me odié.

3. Ayer un señor de 54 años que cobra $200 por mes trabajando en una escuela y tiene 4 hijos y 5 nietos encontró un maletín con USD200.000 y los devolvió. Cuando el dueño agradecido le ofreció lo que quisiera, lo único que pidió fue una bomba de agua para la escuela en la que trabaja.

No puedo más que sentirme una hormiguita ínfima, egoísta, superficial y frívola. Definitivamente The Almighty me está mandando señales que mejor no ignorar.